jueves, 21 de febrero de 2013


 Física. La violencia física es aquella que puede ser percibida objetivamente por otros, que más      habitualmente deja huellas externas. Se refiere a empujones, mordiscos, patadas, puñetazos, etc, causados con las manos o algún objeto o arma. Es la más visible, y por tanto facilita la toma de conciencia de la víctima, pero también ha supuesto que sea la más comúnmente reconocida social y jurídicamente, en relación fundamentalmente con la violencia psicológica.
Psicológica. La violencia psíquica aparece inevitablemente siempre que hay otro tipo de violencia. Supone      amenazas, insultos, humillaciones, desprecio hacia la propia mujer, desvalorizando su trabajo, sus opiniones... Implica una manipulación en la que incluso la indiferencia o el silencio provocan en ella sentimientos de culpa e indefensión, incrementando el control y la dominación del agresor sobre la víctima, que es el objetivo último de la violencia de género.
Dentro de esta categoría podrían incluirse otros tipos de violencia que llevan aparejado sufrimiento psicológico      para la víctima, y utilizan las coacciones, amenazas y manipulaciones para lograr sus fines.
Se trataría de la violencia “económica”, en la que el agresor hace lo posible por controlar el acceso de la víctima al dinero, tanto por impedirla trabajar de forma remunerada, como por obligarla a entregarle sus ingresos, haciendo él uso exclusivo de los mismos (llegando en muchos casos a dejar el agresor su empleo y gastar el sueldo de la víctima de forma irresponsable obligando a esta a solicitar ayuda económica a familiares o servicios sociales).
También es habitual la violencia “social”, en la que el agresor limita los contactos sociales y familiares de su pareja, aislándola de su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo en estos casos.
 Sexual. “Se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción, intimidación o indefensión”  (Alberdi y Matas, 2002). Aunque podría incluirse dentro del término de violencia física, se distingue de aquella en que el objeto es la libertad sexual de la mujer, no tanto su integridad física. Hasta no hace mucho, la legislación y los jueces no consideraban este tipo de agresiones como tales, si se producían dentro del matrimonio.


Bernardo Stamateas "Gente tóxica"

Interesante información, que debo compartir...



Muchas de ustedes han compartido sus vivencias con nosotros y se lo agradecemos a todas porque estas historias son las de tantas otras mujeres alrededor del mundo. Tal y como hemos podido comprobarlo, el dolor compartido disminuye y nos ayuda a todos a aprender. El sufrimiento que vive cada una de ustedes no es en vano si lo utilizamos para hacernos más fuertes y tomar consciencia acerca del narcisismo y la psicopatía que contagian cual cáncer a la población. La mejor manera de protegernos es reconociendo su existencia y “curándonos por dentro”. Si saben leer en inglés, les recomendamos que se procuren el libro Women Who Love Psychopaths (Mujeres que aman a psicópatas) de Sandra Brown. Dado que es sumamente instructivo, a continuación describiremos algunas de las características comunes a un cierto grupo de mujeres y capaces de volverlas susceptibles a caer en relaciones con hombres patológicos y a soportarlas durante mucho tiempo. Después de todo, se trata de hombres que pueden ser muy encantadores al comienzo y, por ende, muchas mujeres se enamoran de ellos “a primera vista”. Les recomendamos asimismo leer los comentarios y las entradas disponibles en este blog si desean aprender a reconocer más fácilmente a las personas patológicas en cuestión.
Muchas mujeres comienzan relaciones con psicópatas cuando están pasando por una etapa de la vida en que se ven afligidas por el dolor, la pérdida de algún ser querido, el estrés, la ansiedad o la depresión, entre otros factores que incrementan su susceptibilidad. La soledad trae como resultado que las mujeres se vuelvan vulnerables, y los depredadores lo saben. Las necesidades emocionales y sociales son factores clave en la atracción hacia personas psicopáticas. Próximamente, publicaremos la traducción del libro La Familia Narcisista en este blog, pero mientras tanto, no se pierdan los primeros capítulos que ya están disponibles en la columna de la derecha, ya que contienen información extremadamente útil para entender algunas de nuestras heridas y necesidades emocionales.
A las circunstancias negativas se suman ciertos rasgos positivos en la personalidad de muchas mujeres que, en contacto con un psicópata, pueden llegar a convertirse en factores de riesgo, tal como sucede, por ejemplo, con la extraversión y la atracción hacia esta misma característica en los demás, tan común en los psicópatas (o los hombres narcisistas). Cabe asimismo tener presente la tendencia al cariño, el sentimentalismo, el deseo de comprometerse y la sensibilidad a las necesidades de los demás, pues estos son factores que pueden ser fácilmente explotados por un psicópata.
A dicho conjunto se agregan la tendencia de muchas mujeres a la cooperación y al apoyo, la empatía y la tolerancia, el carácter amistoso y compasivo, todos ellos rasgos sumamente positivos pero por demás atractivos para personas patológicas.
Las mujeres muy cooperativas presentan un alto riesgo de entrar en una relación patológica. Los psicópatas y los narcisistas necesitan que sus mujeres cooperen. Saben instintivamente que las mujeres con un alto grado de cooperación permanecerán en la relación durante un periodo más extenso. Además, se ha observado que las mujeres que aman a los psicópatas tienden a ser muy confiadas y leales. Reiteramos, todos estos rasgos son muy positivos, pero cabe tener en cuenta que pueden ser explotados por personas patológicas. Por ejemplo, el hecho de que ustedes sean muy tolerables significa que pueden soportar muchos aspectos negativos de la relación; si son muy empáticas, hallarán justificaciones racionales tales como “yo entiendo su comportamiento”. Si son muy cariñosas, seguramente dirán: “lo amo”. Si tienden a comprometerse, pensarán: “me basta con los buenos aspectos de nuestra relación.”
Otro elemento de suma importancia es que la mayoría de las mujeres que viven relaciones con hombres narcisistas o psicópatas, previamente les confesaron exactamente lo que estaban buscando en una persona o en una relación. De ahí en más, el psicópata estará en condiciones de fingir ser todo lo que ellas buscan y, en cuanto pueda sacarle provecho, utilizará todas las confesiones de su pareja para manipularla y culparla.
El psicópata se esfuerza por que la relación avance a pasos agigantados, a fin de cerciorarse de que su pareja será incapaz de reflexionar acerca del comportamiento anormal que percibe en él. La mayoría de las mujeres se vieron incapacitadas a frenar la carrera hacia el altar, a la cama, o a sus hogares. Dado que los psicópatas son extrovertidos, es probable que persistan vigorosamente en la búsqueda de una mujer.
Al comienzo, el psicópata utiliza sus mejores habilidades de comunicación; normalmente es respetuoso y coopera para que se solucionen los problemas dentro de la pareja. Es probable que en los primeros estadíos de la relación todo dé la impresión de ser normal en este aspecto, o que incluso la víctima crea que posee una comunicación “profunda” con su pareja, por encima del promedio. Todo esto es una máscara que perdura mientras el psicópata invierte energía en la así denominada “etapa de la luna de miel”, cuyo único propósito consiste en asegurarse de conquistar a una mujer. Cuando la máscara se desvanece y las mujeres comienzan a notar la dicotomía presente en el psicópata, ya están hechizadas, presas a causa de su temperamento y de los rasgos de personalidad que, en una relación sana, habrían siendo positivos. Por ejemplo:
La empatía ( “Él es de esta manera porque lo han herido en el pasado”.)El bajo nivel de impulsividad ( “No voy a huir”.)El sentimentalismo ( “Él puede ser tierno cuando…”.)El cariño ( “¡Lo amo como nunca he amado a nadie, me siento tan conectada con él!”.)El compromiso con la relación ( “He volcado mi alma en esta relación. Sé que podemos hacer que funcione”.)La auto-estima ( “Quiero que piense bien de mí. ¿Qué estoy haciendo mal?”.)La tendencia a evitar daños (“¿Encontraría a otra persona si lo dejo?”.)Contrariamente, la poca tendencia a evitar daños (“Él no es tan malo. Estoy segura de que puede cambiar”.)El ingenio ( “Podría encontrar a un terapeuta para él y acudir a un psicólogo de parejas.)
En el idioma de un psicópata, amor significa conformidad por parte de su pareja; confianza equivale a paranoia; comunicación se equipara a oportunidad (la de obtener dinero, por ejemplo); vínculo afectivo es igual a apego (un psicópata puede apegarse a alguien. Por eso tiene tendencia a acechar a su víctima, lo cual no significa que la ame); mentira supone esta es mi verdad; préstamo significa robo, y así sucesivamente. Al ignorar el significado que se esconde detrás de un lenguaje idéntico a simple vista, la pareja del psicópata interpreta inevitablemente de manera errónea cada acción de su predador.
Cuando la mujer comienza a descompensarse psicológicamente, se observan las mismas dinámicas que en el síndrome de Estocolmo:Ella percibe (y ya ha sufrido) una amenaza a su supervivencia, tanto física como psicológica y cree que él es capaz de cumplir con sus amenazas.El percibir pequeñas señales de amabilidad por parte de su pareja hace que baje la guardia y que lo vea, nuevamente, como un ser humano, lo cual, a su vez, la incita a comprometerse aún más en la relación y a volcar mayores esperanzas en él. A esa altura, ella no sólo ya ha sido aislada de los demás, sino que además sufre del adoctrinamiento que constituye haber adoptado la visión patológica del mundo que manifiesta su pareja.Por último, esta fragilidad presupone la imposibilidad de escapar de la situación.
Como es de esperar, la víctima sale totalmente lastimada de una relación patológica. Casi todas las mujeres padecen problemas emocionales tales como la depresión, las crisis de llanto espontáneo, la desesperación, la desesperanza, la ansiedad, los ataques de pánico, el miedo, la irritabilidad, la ira, el resentimiento, etcétera. Otras presentan síntomas característicos de daños psicológicos, entre los cuales se encuentran el exceso de culpa, la desesperanza, la impotencia, la baja autoestima, la dificultad para tomar decisiones y la disminución de la capacidad de concentración. Una relación con una persona patológica puede generar un nivel de estrés tal, que probablemente se manifieste en el cuerpo a modo de migrañas, problemas digestivos, presión arterial alta, etcétera.
Los cambios hormonales y fisiológicos relacionados con las relaciones sexuales también hacen que esta especie de conexión con el psicópata aumente. Cada vez que tiene relaciones sexuales, la mujer secreta oxitocina, la misma hormona que se produce durante el embarazo y la lactancia, y que despierta instintos amorosos y “maternales”, fomentando así la “unión” de la pareja. Para más información al respecto, les recomendamos consultar este enlace. No es de extrañar que el aspecto sexual sea tan importante para los psicópatas, ya que es así como “anclan”, a su pareja, al menos parcialmente.
Uno de los métodos recomendables a fin de “quitárselo de la mente” es algo que se traduce como “anclaje” y que consiste en frenar determinados pensamientos perjudiciales que refuerzan el amor hacia hombres patológicos. En este caso, el anclaje se basa en concentrarse en el entorno con los cinco sentidos puestos y en estar presente en sí misma y así detener el círculo vicioso de pensamientos o sentimientos. Por ejemplo, se puede observar con detenimiento un paisaje, escuchar el sonido del viento, percibir todos los aromas del ambiente, obtener todas las sensaciones posibles mediante el tacto, etcétera. Una variante a esta técnica consiste en que, al encontrarse pensando en él, la víctima intente concentrarse en alguna otra tarea o pasatiempo. No es tan fácil como parece, pero vale la pena intentarlo si se desea salir del círculo vicioso y borrar al psicópata de la mente.
En cuanto a la dificultad para librarse de la dependencia emocional después de una ruptura, también puede ser de gran ayuda tener siempre en mente lo que explica Sandra Brown en su artículo “Por qué usted sólo recuerda lo bueno de una relación mala”.
¡Ánimo para todas las víctimas! Conserven la esperanza y la fe en ustedes mismas; todas valen mucho y merecen ser felices. Existe la vida después de una relación dañina. Como dijo un experto en narcisismo, “no eres culpable de lo que te sucedió, pero sí tienes la responsabilidad de hacer algo al respecto”. Todo lo que hagan ayudará a que mejoren sus vidas y la de la gente que las rodea y que ignora el peligro de la psicopatía.
Próximamente, continuaremos abordando algunos otros temas relacionados con este tema y explicados en el libro Mujeres que aman a psicópatas, de Sandra Brown. Mientras tanto, gracias por acompañarnos en este camino de aprendizaje constante. Las alentamos a compartir sus historias y sus preguntas, a fin de que, entre todas, podamos comprender cada vez más la situación y aportar nuestro granito de arena.
Y recuerden que, cuando aman a un psicópata, el amor que entregan cae en un vacío o se convierte en un arma peligrosa para ustedes. No lo desaprovechen. Es posible aprender a dárselo a quienes lo merecen, comenzando por… ¡uno mismo!



miércoles, 20 de febrero de 2013

SE LIBRE DEL TERRORISMO EMOCIONAL

La pareja, por ser un espacio donde están sumamente implicados los sentimientos y muchas decisiones, supone un terreno idóneo para que aparezca.
Cuando la manipulación es constante…Va desgastando a la pareja. Entonces de la unión no se derivan ganancias, sino pérdidas, o sólo se enriquece uno de sus miembros, mientras que el otro resulta cada vez más empobrecido. Reconocer este juego de dominación es la única manera de desactivarlo.

¿POR QUÉ MANIPULAMOS?
En realidad todos, en un momento u otro, hemos utilizado algún tipo de chantaje emocional.
La manipulación está presente cuando intentamos controlar lo que dice o hace otra persona, cuando le exigimos algo sin dejarle posibilidad de elegir, o cuando nos empeñamos en que cambie y se adecue a lo que deseamos, aunque todo esto lo hagamos creyendo que es por su bien.
Detrás de la manipulación, por lo tanto, existe una búsqueda de poder y control ante la inseguridad que se siente despierta ante la otra persona.
Lo que el chantajista emocional, o el terrorista emocional, trata es tocar alguno de los puntos débiles de la otra persona para que en vez de que se deje llevar por sus propios deseos se ajuste a nuestras necesidades. De este modo uno siente que lleva las riendas de la relación y eso aporta una agradable sensación de seguridad.
Lógicamente existen diferentes grados de manipulación emocional. Algunos chantajes son más transparentes e inofensivos, otros más retorcidos.
Algunos no implican daño para la otra persona, mientras que otros pueden resultar muy destructivos.
Ciertos individuos pueden llegar a tiranizar a la persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación, la crítica o la desvalorización. El abuso físico o verbal pueden ser manifestaciones extremas de manipulación, en los que el objetivo es anular la autoestima de la otra persona. Se intenta rebajar y degradar al otro para sobresalir y compensar un gran sentimiento de inseguridad.
JUEGOS DE DOMINACIÓN
En el mundo de la pareja se producen muchas veces juegos de dominación en los que cada miembro adopta un papel diferente y agarra al otro con diferentes armas de manipulación.
En ocasiones la relación se convierte en un campo de batalla en el que ambos luchan para controlar la situación o reivindicar su punto de vista.
Otras veces existe una clara jerarquía de poder y uno de los dos decide e impone, mientras que el otro acata sus órdenes.
Es preciso recordar que la manipulación siempre es cosa de dos.
Las luchas de poder sólo son posibles cuando hay dos bandos enfrentados e, igualmente, para que alguien se imponga en una relación es preciso que haya otra persona que lo acepte.
En muchos casos se trata de un encuentro de necesidades. Así como uno necesita dominar para sentirse más seguro, el otro acepta someterse como un modo de delegar responsabilidades o incluso de mantener la relación.
El chantaje emocional puede adoptar diferentes formas. La clave está en provocar una mezcla de miedo, obligación y culpa para que la pareja acabe sucumbiendo a las propias expectativas. Para ello se pueden emplear estrategias tan diversas como:
• El castigo:
Se amenaza, de manera directa o implícita, que si no se realiza lo que uno desea habrá que atenerse a consecuencias negativas. Por ejemplo: “Si no vienes hoy conmigo, no esperes que mañana te acompañe”.
• El autocastigo:
En este caso la amenaza va dirigida a dañarse a uno mismo para hacer sentir culpable al otro. “Si tú no me quieres la vida no tiene sentido para mí, así que me abandonaré”.
• Las promesas:
Se ofrecen promesas maravillosas a cambio de que se acate la propia voluntad, pero no siempre se cumplen. “Si sigues conmigo te prometo que cambiaré y que seremos felices”.
• El silencio:
Supone una manera fría de mostrar enfado, en que el otro siente que sólo si cede logrará mejorar el clima relacional.
• Hacerse la víctima:
Es una exigencia disfrazada de sentimientos de lástima y culpabilidad. Como, por ejemplo: “Si no vienes a verme estaré todo el día solo”.
• Dar para recibir:
En ocasiones dar u ofrecer cosas se utiliza para atar a la otra persona. “Dado que te ayudé ahora merezco algo a cambio”.
• Culpabilizar:
Se utilizan reproches o comentarios críticos para que alguien se sienta culpable y así corrija su actitud o su comportamiento.
CÓMO DETECTAR LA MANIPULACIÓN
El mensaje manipulador puede expresarse mediante palabras o actitudes, pero siempre es viene con una sensación de amenaza o exigencia. Escuchar las propias sensaciones y sentimientos ante los mensajes que recibimos es una buena fórmula para detectar cuándo somos víctimas de un chantaje emocional.
Por lo general, la manipulación nos hace sentir que estamos en una situación que no tiene fácil salida. Si accedemos a la petición debemos renunciar a nuestros deseos o necesidades, mientras que si no lo hacemos aparecen sentimientos de culpabilidad o miedo a ser rechazados o a que la otra persona se enfade.
Es importante diferenciar una petición de una exigencia. Pedir implica dar libertad para elegir entre satisfacer o no la demanda y se tiene en cuenta a la otra persona. Mientras que al exigir no se da esta alternativa y se ignoran los sentimientos y las necesidades del otro. Cuando una persona no cede a una exigencia puede obtener consecuencias negativas, como ser calificada de egoísta, interesada o insensible, o recibir algún tipo de castigo, como el enfado o una actitud despreciativa.
Detectar esta diferencia entre petición y exigencia nos informará de cuándo somos objeto de manipulaciones o cuándo las utilizamos para conseguir lo que deseamos.
SALIR DE LA TRAMPA
Los juegos de dominación más intrincados son aquellos que implican un doble mensaje. Detrás de la petición legítima se esconden fines subterráneos que responde al propio interés. Son trampas del tipo: “No hace falta que vengas. Tienes mucho trabajo y, total, siempre me las arreglo solo”.
Una manera de desmontar las trampas manipuladoras es hacerlas explícitas, es decir, verbalizar lo que se expresa de manera indirecta. Si lo hacemos en forma de acusación, diciendo por ejemplo: “Lo que en realidad quieres es que te acompañe y para ello me haces sentir culpable”, es fácil que se desmienta por la otra parte o incluso que haya como contestación una acusación mayor.
Un aprendizaje importante en las parejas, y en todo tipo de relaciones, es aprender a comunicarse debidamente para aclarar malentendidos o situaciones confusas.
Las manipulaciones dejan de tener poder sobre nosotros si las reconocemos como tales y expresamos a la otra persona cómo nos sentimos. Se puede decir, por ejemplo: “Me siento dividido. Por una parte me dices que no venga, pero por otra me da la impresión de que si no lo hago te fastidiará. Dime realmente lo que deseas y veré qué puedo hacer”.
Si apelamos a nuestros sentimientos es más probable que nuestra pareja nos comprenda y quiera poner de su parte para aclarar la situación.
Si ambos miembros de la pareja deciden deponer sus armas manipuladoras pueden ayudarse mutuamente, reconociendo cuándo ponen en marcha este tipo de artimañas. Sin embargo, en ocasiones uno de ellos o ambos no están dispuestos a reconocer cómo coartan la libertad de su pareja ni quieren cambiar su modo de relacionarse.
En todo caso cada uno decide si hacer de la pareja un campo de batalla o un lugar de encuentro y de cooperación basado en el respeto, donde no sólo gane uno sino los dos.
Basado en un artículo de: Cristina Llagostera, en una adaptación del Dr. Edwin Lemuel Ortiz.
Dr Edwin Lemuel Ortiz

"El Psicópata" por Bernardo Stamateas en Canal 26





Acabo de terminar Excusas para no pensar. Según lo que define a un psicópata, es decir, persona no empática, no le importa el sufrimiento de otros,excelentes comunicadores, caracter osado y resolutivo,etc., mi marido reune los requisitos. Mi pregunta es saber si son tan hábiles que casi no dejan rastro del maltrato psicológico, confunden a los demás que no ven o perciben sus artimañas. Mi marido habla muy poco o nada y no le interesa lo que yo hago, nada le sorprende, excepto los halagos por las cosas muy bien hechas que hace. Le he pedido el divorcio y de momento me ha dicho que no, y lo que más me sorprende es que nadie, ni hijos, ni parientes, ni amigos, emiten lo que puede ser una crítica responsable no de la persona, sino de la actitud.http://www.fundacio punset.org/apol/13752/descubrir-que-mi-marido-es-un-psicopata/
Responde: Rosa Català. 
La falta de empatía impide comprender lo que les sucede a los demás desde el punto de vista emocional. Según el investigador David Goleman, autor de exitosos estudios sobre esta temática, la empatía es la base de la inteligencia emocional. Tal como nos comentas, la percepción caracterial de tu pareja podría coincidir con una actitud egocéntrica y con pocas destrezas o habilidades en el terreno sentimental. En la base de su personalidad se pueden combinar dos razones distintas. Por un lado tenemos el aprendizaje desde niño. Si existe incomprensión y poca atención sensible uno aprende a pensar que no es merecedor de este tipo de cuidados, o que las emociones no tienen sentido y que es mejor que no afloren. Incluso pueden llegar a pensar que las emociones solo pueden llevar al conflicto. Ésta es la parte de interacción aprendida y se corresponde con lo que podemos llamar habilidades sociales. Al estar relacionado con lo aprendido, con un acompañamiento profesional se puede mejorar. El lado más difícil de cambiar se corresponde con la estructura de la personalidad, con las destrezas innatas. Es una disposición ya muy marcada en los primeros años de vida. Está asociada al déficit de interpretación de las necesidades de los demás, aquellas que subyacen a los sentimientos que florecen y interactúan constantemente entre las personas. En esta interesante entrevista de Eduard Punset al psicólogo Robert Hare se dan claves de análisis imprescindibles para la comprensión de este tipo de personalidad.
El tiempo de resolución de esta situación que nos describes es relativo. Tu percepción en estos momentos de la poca profundidad del mundo afectivo de tu pareja se ha ido clarificando con el día a día. Empezamos siempre las relaciones amorosas con un deseo coincidente de estar juntos, y compartiendo la vida cotidiana se va desgranando hacia una u otra dirección. En tu caso ha crecido más el desengaño y le estás poniendo solución y orden. Cuando este proceso termine podrás sentirte tranquila por haber conseguido de forma equilibrada y armónica un resultado satisfactorio. No dudes que será por haber puesto en juego toda una red de vías neurológicas ligadas al sistema límbico, tus capacidades de conciencia emocional.

martes, 19 de febrero de 2013

AGRESORES...El enemigo en casa



LA MUJER ES UN OBJETO QUE LE PERTENECE. Y cuando no acata sumisamente su voluntad, cuando se le ocurre 'rebelarse', se siente humillado y recurre a la violencia. Ésta es la clave de la conducta del maltratadorUn hombre celoso, posesivo y controlador, que actúa como si tuviese una especie de derecho natural para degradar a su pareja.
Las palabras de uno de estos hombres, sometido a terapia con el psicoterapeuta Luis Bonino en el Centro de Estudios de la Condición Masculina de Madrid, lo confirman: «Ella no me hace caso y no puedo aguantar que tenga una opinión diferente a la mía». Por eso, cuando su mujer no se adapta a sus ideas, a él «se le va de las manos». Y responde con violencia.
La mayoría de estos hombres tienden a minimizar los efectos de su conducta, suelen recurrir a la mentira y no se reconocen como maltratadores. Los golpes que propinan a la mujer se transforman en una simple «pelea» cuando quien lo cuenta es el agresor. Los insultos y gritos, en comunes«problemas de pareja». Tampoco son conscientes del daño que hacen. Simplemente ponen a sus mujeres«en el lugar que les corresponde»: siempre por debajo de ellos. El complejo de inferioridad y la poca autoestima que suelen tener convierten cualquier 'desaire' -así ven cualquier opinión o conducta que no se ajuste a su punto de vista- en una ofensa a su virilidad. Un sentimiento de humillación que quieren eludir a toda costa. Para ello, optan por el extremo contrario y buscan en las palizas a sus mujeres un poder que se les niega en la calle. Por eso no se resignan a perderlas. Las necesitan vitalmente para desahogarse. Y encuentran la excusa perfecta cuando a ellas se les ocurre llevarles la contraria.«Discutimos porque ella quería cambiar de trabajo, pero a mí me parece bien el que tiene. Después no sé que pasó, la golpeé y la dejé un ojo morado», cuenta un paciente de Bonino.
¿EXISTE UN PERFIL DEL HOMBRE MALTRATADOR?
Socialmente no hay un prototipo de maltratador; puede ser de clase alta o baja, con estudios o sin ellos, joven o viejo. «Es un perfil plano», dice Bonino, que trata a unos 50 de estos hombres al año. Su conducta no tiene por qué estar ligada al consumo de alcohol o drogas -en el 80% de los caso no lo está- y tampoco a desviaciones psíquicas. En contra de lo que pueda parecer, la mayor parte de los agresores no son enfermos mentales. Según Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco y pionero en España en la aplicación de terapias a hombres maltratadores, «el 20% de ellos sí presenta un trastorno mental –alcoholismo, esquizofrenia paranoide, trastorno delirante…-. Pero el 80% son ‘normales’; no existe un trastorno grave, aunque sí presentan alteraciones de la personalidad y cognitivas, como un machismo extremo o la justificación del uso de la violencia para resolver problemas».«Lo único que tienen en común es que son hombres y que tienen muy interiorizada la idea de que la mujer está a su disponibilidad», afirma Bonino. Según asimilen más o menos esta idea se convertirán en un tipo diferente de agresor: asesinos, violentos físicos o psicológicos, controladores… En ocasiones los hombres con mayor status social y cultural recurren a formas más sutiles de violencia, como la psicológica, mientras que los que tienen un nivel cultural menor optan directamente por los golpes.
La mayoría no son agresivos de forma habitual. Ejercen su violencia de forma selectiva, sólo con su mujer. Por eso es tan difícil reconocerlos. Además, desarrollan una especie de doble personalidad «hacen lo que corresponde hacer a un hombre cuando están en público: tratar bien a su mujer; pero son unos tiranos en privado», según Bonino. «Esta doble fachada es más acusada en los maltratadores que ejercen violencia física».
Además suelen presentarse a sí mismos como víctimas«Discutimos y ella me dijo que no aguantaba más y que se iba. Yo la empujé y se cayó». Así describe un ingeniero de 28 años una de las agresiones a su pareja. «Tuvimos un desencuentro, le grité y se asustó»«me provocó»«si se hubiese quedado callada no habría pasado nada», dicen otros.
Los valores machistas que imperan en la sociedad han calado hondo en estos hombres, llevándoles a extremos límite. Muchos incluso sufrieron maltratos en su infancia y han interiorizado la violencia como un comportamiento normal. Los golpes y los gritos son su único recurso. La única forma de enfrentarse a una vida que no transcurre como a ellos les gustaría.
RAQUEL QUÍLEZ .

Libro el Diario de Sara



http://www.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/2006/diario_sara/01.html 


Comparto este Diario de Sara,  porque en el se refleja las circunstancias vividas, soportadas por "Una mujer maltratada" por quién le juró amor puro eterno y profundo!!  y quitarle la tristezas de sus bellos ojos..La mujer maltratada se aisla, calla siempre, queda paralizada ante tanto horror excusado con las nubes de miel, que ejerce el maltratador...siempre necesita creer en el gran cambio prometido, en las promesas que son incumplidas. Espera décadas de años  al "GRAN MILAGRO DE CAMBIO DEL MALTRATADOR PERVERSO" que jamás se cumplirá.....El maltratador minimiza las agresiones, manipula y le preocupa mucho la imagen de fuera, siendo en la clandestinidad del hogar un depredador emocional asesino de su pareja..que siempre actúa a escondidas, sin testigos, sin huellas, teniendo a su merced sádica a la esposa..
Sé que no debería haber vuelto después de la primera paliza, pero volví. ¿Por qué? Porque no creo que esto me pueda estar pasando a mí. Es imposible que alguien que me quiere pueda tratarme de esa manera.
No acabo de recuperarme del shock y me abrazas, me besas, tu cara ha cambiado, eres dulce y tierno, me pides perdón una y mil veces… Me dices que soy la mejor mujer del mundo y que nunca se repetirá. Actúas como si nada hubiera pasado y siento una confusión absoluta. ¿A lo mejor no era para tanto? Y tu sonrisa y tu actuar me confunden, tú te justificas con un montón de palabrería, mirándome tiernamente y actuando como si nada.
24 de diciembre 2003

LLEGASTE A MI VIDA sin yo esperarlo. Me querías convencer de que me amabas y poco a poco fuiste entrando en mi corazón y despertando sueños de amor. Fui aprendiendo a amarte, y ahora que te quiero,me partes en dos.

 ¿Así me quieres que no te importa mi dolor? Te quiero. Quiero poder comunicarme con mi pareja. Cuántas horas de soledad para poder pensar y aclararme. ¡Qué pena, mi amor, que no puedas hablar y escuchar!

3 de enero de 2004
SIGO INTENTANDO RECORDAR esa primera vez, tu cara pegada a la mía, al mismo tiempo apretando mis pómulos para que me calle, no lo puedo creer e intento escapar, corres detrás de mí, me coges por los aires, abrazándome por detrás a la altura del pecho y dejando inmóviles mis brazos. Mis pies se balancean pero ni rozan el suelo. Me mueves rápidamente de una a otra habitación hasta que me lanzas sobre la cama.
Te subes encima de mí para sujetarme las piernas e inmovilizarme en el forcejeo. Cabezazo en la nariz. Comienzo a gritar y a llorar más fuerte, me suelto y me arrincono en un lado de la cama, pegada a la pared. Me dices: «¡Basta ya!, ¡para esto!, ¡no sigas!». Yo no entiendo, no sé cómo pararlo. Para volverme a agarrar me coges de los pelos y sin querer —según tú— mi cabeza se golpea contra la pared. Siento que la pinza que me sujeta el pelo se rompe y se me clava. Vuelvo a gritar de dolor. Vuelves a inmovilizarme. Cada vez que me agarras golpeas mi pecho. Me ahogo entre mis lágrimas, mocos y la sangre que brota por mi nariz. La habitación está oscura. Pierdo la noción del tiempo.
No soportas verme y oírme llorar. Me pones una almohada sobre la cara para que me calle. Me revuelvo, no puedo respirar, no sé qué va a pasar. No recuerdo cómo acabó.
Después no sentía nada. Hacía todo lo que tú me decías, te seguía como una autómata. Cuando por fin me quedé sola, llamé a un amigo que estaba cerca. Y lloré y lloré… No me lo creía.